
reafirmando su condición de iliterada, disfrutaba al máximo del crédito gratis que le brindaba su compañía de teléfono y realizaba llamadas que duraban como mínimo 1 hora, en la cual ya pasado el primer momento de gracia, me cambiaba la voz jocosa por una de tortura y después ya me desconcertaba, porque no había forma de cortarle.
un par de veces intenté explicarle que el teléfono no funcionaba y corté, pero resulta que cuando volvía a atender ella seguía ahí, claro, porque ella era la que había realizado la comunicación. en otras oportunidades le expliqué que justo estaba pasando por un túnel y que se iba a cortar, pero es tan sagaz que ya sabía que no hay puentes en mi casa. otras tantas tuve fiebre, dolores en los genitales, fiebre amarilla, poliomelitis y estuve a punto de parir. pero siempre se las ingenió para mantener la comunicación telefónica, hasta que en un determinado momento me decía "bueno, sulkoa, no estamos hablando de nada" y cortaba!
cortaba ella!
no es fácil ser amiga de la señora. ojalá vuelva pronto.
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